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Antiguo 04-03-2010, 00:25
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La Tentación Vive Arriba


AQUÍ VA MI TERCER RELATO. ESPERO QUE OS GUSTE:



LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA


CAPITULO 1: LA SORPRESA

Un fuerte chaparrón me sorprendió aquella fría tarde de viernes cuando me dirigía andando a casa de mi novia. Llegué al portal acelerando los últimos pasos; sacando un kleenex del bolsillo de la chaqueta me sequé las gotas de la cara mientras llamaba al portero automático.

-¿Sí? -Preguntó una joven voz femenina que no reconocí como la de mi novia.
-Hola, soy Paco -contesté extrañado- ¿está Ana?
-No, salió a unas compras, pero llegará pronto. Me pidió que si venías la esperaras aquí.
-Bueno...vale -dije dubitativo- Pero...no quisiera molestar.
-No seas tonto, tío. -Me llamó la atención su descarada familiaridad- Igual tarda un rato. Sube, te abro.
-De acuerdo, subo.

Mientras iba en el ascensor me preguntaba a quién pertenecería la voz que no se identificó. Mi chica, que vivía sola, no solía ser amiga de las visitas y mucho menos de dejar su casa a cualquiera. Hacía como dos semanas que no la veía, ya que tuve que dejar Madrid por cuestiones de trabajo. Esperaba que, si se trataba de una amiga, no se nos pegara. Habíamos quedado para ir al cine y luego cenar y me apetecía estar sólo con ella.

Cuando llegué al piso me dirigí a su puerta; iba a llamar al timbre cuando me percaté de que ésta se hallaba entornada.

-¿Hola? -Pregunté- Al no recibir respuesta la empujé suavemente. -¿Hola?-pregunté de nuevo, esta vez alzando la voz. Nada.

Entré y cerré la puerta con suavidad. Me despojé de la chaqueta y la dejé encima de una silla. Hacía calor; La calefacción estaba muy fuerte y la casa se hallaba en completo silencio. Me encaminé por el pasillo despacio, hacia la única estancia iluminada de la casa, sin hacer ruido (no sé que me movió a hacerlo así, quizá una intuición de lo que iba a tener a bien contemplar) Me planté en la entrada de la cocina y ése "voyeur" que hay en mí me hizo guardar silencio durante unos segundos antes de saludar, ya que el sujeto de mi observación permanecía ajeno a mi presencia.

Sentada ante el extremo derecho de la mesa, mostrando por tanto el perfil izquierdo, se encontraba una guapa jovencita de unos quince ó dieciséis años. Vestía uniforme de colegiala, todo él azul oscuro menos la camisa, que era blanca y cuyos faldones asomaban por debajo de un jersey demasiado ceñido para la protuberancia de sus pequeños, pero firmes pechos.

Ojeaba ensimismada una revista que tenía sobre la mesa mientras masticaba distraídamente lo que parecían unas bolitas oscuras y crujientes que recogía de su mano derecha con la lengua. Cuando llevó su mano ya vacía, sin despegar la vista de la lectura, hacia el alto paquete que se encontraba en un estante a su derecha para coger un nuevo puñado pude leer el contenido: "Choco-Krispis".
Tenía un bello perfil. Se le escapó un mechón de pelo que volvió a colocar detrás de su oreja con un delicado y gracioso gesto utilizando para ello tan sólo los dedos índice y medio de la mano provocándome un jadeo incontrolado, más ruidoso de lo que hubiera deseado, que ella no pudo dejar de oír. . .


CAPITULO 2: LA CONVERSACIÓN

-Ay ¡Qué susto! No te había oído -Dijo, girando la cabeza hacia mí. Ahora pude contemplarla de frente: sus preciosos ojos verde-azulados de gacela, su elegante y recto apéndice nasal, sus sensuales labios carnosos...Era más que guapa, tenía una preciosa cara enmarcada por una negra y brillante melena lisa. Sus rasgos me recordaban vagamente a alguien.
-Vaya, lo siento -Me disculpé, mientras entraba- Siento haberte asustado.
-No pasa nada. Es que a veces me enfrasco en la lectura y...Oye ¿Te apetece un cola-cao? estaba calentándome uno -dijo, señalando con la cabeza al microondas que se encontraba delante de ella, en la encimera más allá de la mesa, a mi izquierda.
-No; muchas gracias.
-Bueno...
Se metió entero en la boca el puñado de cereales que todavía permanecía en su mano. Mientras masticaba buscaba en mi memoria. ¿De qué me sonaba? De repente caí.
- Tú eres la sobrinita de Ana. ¿No?
-Sí. -Sonrió con naturalidad- ¡sobrinita, qué bueno! Tenía una sonrisa generosa y encantadora.
-No recuerdo tu nombre…
-Mar –Dijo, y se estiró sin llegar a levantarse dirigiendo sus morritos hacía mí. Así que acercando mi mejilla dejé que me estampara un sonoro ¡muá! mientras yo la besaba a su vez.

¡¡¡PIIII!!! Pitó el microondas a mi izquierda. Se iba a levantar a sacar la taza, pero me ofrecí a acercársela, ya que me pillaba al lado.

-Gracias ¿No te sientas? –Me preguntó mientras con la taza en la mano apoyaba el antebrazo en el respaldo de la silla
-No; estoy bien, no te preocupes. Oye, perdóname es que hacía que no te veía, ¿cuánto?, tres años por lo menos. La última vez que te vi eras una cría; tendrías doce ó trece años. Creo que fue en la boda de tu tío Manolo, el hermano de Ana y de tu madre. Evidentemente ya estás hecha toda una mujercita. Has cambiado un montón.

La recordaba como una niña mona, quizá algo rellenita entonces. Pero la criatura ante la que estaba en éste momento era una verdadera preciosidad (bastante más guapa que su madre, que ya lo era). Unos años más y algunos kilos menos también (o los mismos mejor distribuidos) habían convertido su anatomía en la de una peligrosa "lolita".

-Sí.-Dijo mientras se llevaba la humeante taza a los labios, tras tomar el primer sorbo, me miró fijamente; tenía una mirada taladrante.- Como ya has casi deducido tengo dieciséis añitos y recién cumplidos, por cierto.


CAPITULO 3: PRIMERA TENTACIÓN Y EXPLICACIONES

Dejando la taza en la mesa y echándose hacia atrás, giró el tronco hacia la izquierda para situarse frente a mí, que permanecía de pie, al mismo tiempo que, cuidadosamente, para evitar golpearlas con la pata de la mesa sacaba las piernas de debajo de ésta. Enfundados en leotardos de canalé azul oscuro me mostró unos hermosos muslos; sosteniéndome la mirada, cruzó la pierna derecha sobre la izquierda, lentamente, como regodeándose en su hipnótico acto .La corta faldita plisada, dejaba poco a la imaginación. Recorrí con la mirada su rodilla y seguí por su bien torneada pantorrilla y su fino tobillo. Tenía unas piernas preciosas. Si así se veían con esos gruesos leotardos, no quiero imaginarme lo que sería con unas finas y brillantes medias. Empezó a juguetear con el pie derecho y su zapato plano de color negro se le salió del talón y deslizándose en un elegante “slalom” por un empeine de curvatura perfecta quedó colgando de la punta del pie. Observé el arqueado puente de éste y su pronunciada curva perdiéndose en las honduras de un mullido talón.

Carraspeé para romper el incómodo silencio diciendo lo primero que me vino a la cabeza:

-¡Bueno! Y ¿cómo tú por aquí? Hace tiempo que no veías a tu tía ¿No? O eso creo.
-Sí. Las hermanas estaban últimamente un poco regañadas pero mi madre sabe que cuando le hace falta un favor de verdad su hermana Ana no le falla. Así que…Aquí estoy. Mis padres salían este mediodía de viaje, todo el finde; y le pidieron a mi tía si podía pasarlo con ella –Dio otro trago al cola-cao- No quieren dejarme la casa para mí sola tanto tiempo. Dicen que puedo liar una invitando a mis amistades; que soy un “bichejo”- Era muy expresiva explicándose; tenía encanto, era innegable.
Así que me llaman ésta tarde al móvil -continuó- y me dicen que venga aquí directamente desde el cole, que ya se han encargado de traerle a mi tía todo lo necesario para pasar el fin de semana; ropa y poco más ¡y si me hiciera falta algo! ¡Ni unas llaves le han dejado! Por si se las robaba. No se fían ¿Qué te parece?- No dejaba de balancear el zapato en delicado equilibrio sobre los deditos del pie.
-No será para tanto ¿No? Tengo entendido que Ana y tú siempre os habéis llevado bien.
-Sí y lo paso de fábula con ella ¡Pero ya se me han fastidiado los planes! -Dijo con simpático y algo infantil genio empujando la revista sobre la mesa y haciéndola caer al suelo-(Joder, y a mí también se me estaban fastidiando con éste cambio de perspectiva. Tenía que ser este fin de semana precisamente. Ana y yo no íbamos a poder tener la libertad que queríamos para nosotros estos días).
-Pero podrás quedar con tu gente. Eso no te lo habrán impedido.
-No. Pero yo quería montar una fiestecita en casa y… ¡Huy! -Dijo sacando el labio inferior en un mohín lleno de gracia y llevándose las manos a los lados de la cara -¡Dios! ¡Qué atractiva era!
-Perdona-Dije suspirando- Necesito ir al baño.


CAPITULO 4: REFLEXIONES

En realidad lo que necesitaba era una excusa para salir de allí echando leches. Tenía que reconocer que esta niñata me estaba poniendo cardiaco.

Nunca me había fijado especialmente en chicas tan jovencitas. De hecho, ya desde muy joven, siempre me atrajeron las mujeres más bien maduras, en la cuarentena, como yo ó incluso más; pero últimamente… ¿Cómo podía alterarme de ése modo? ¡Joder, si podía ser mi hija! ¡Y encima era la sobrina de mi novia! ¿Qué coño me estaba pasando por la cabeza?

Llegué al baño y abrí el grifo del agua fría. Mientras me refrescaba durante un buen rato la cara de la calentura, más sexual que de otra índole, seguí dándole vueltas a la cabeza:

Mar, con dieciséis años ¿No era más una mujer que una niña? Seguramente, si no había perdido ya la virginidad, al menos habría tonteado con algún amiguito.
Semejante físico no podía pasar desapercibido en su entorno. A esa edad las hormonas estaban revolucionadas; además hoy en día los chicos afrontaban la sexualidad de una forma natural, sin tabúes y con una precocidad sorprendente (no como en mi juventud).

Pero aún así había otra cuestión: ¿No estaba yo malinterpretando como un intento de seducción lo que en ella era una forma inocente de comportarse? (esa gestualidad, esa mirada intensa, esa forma de moverse…)

¿O si, por el contrario; plenamente consciente de su poderoso y emergente atractivo sexual se dijo: “Mar, juguemos a poner cachondo al madurito”, ignorante de las fatales consecuencias que podrían derivarse de su peligroso juego? (o con ellas muy presentes; quién sabe). Y por supuesto, con el morbo añadido de tratarse del novio de su tía, que además estaba a punto de regresar -Cogí una toalla para secarme- Por cierto: ¿No estaba Ana ya tardando demasiado en volver? Íbamos a llegar tarde al cine y más importante: “Necesitaba” que llegara cuanto antes para resolver esta incómoda situación. De hecho, era tan insostenible que decidí esperarla en el portal echando un cigarro.


CAPITULO 5: LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA

Fui nuevamente a la cocina para comunicarle a la “puñetera sobrinita” mi decisión pero al llegar ésta se encontraba desierta. En el suelo, hecha añicos y rodeada de un charquito marrón, yacía la taza de la que estaba bebiendo.

-¡Paco! –Oí entonces que me llamaba a lo lejos.
-¿Sí? –Pregunté volviendo la cabeza
-¡¡Aquí!!
-¿Dónde estás? –Añadí saliendo al pasillo.
- ¡¡Por favor; ven un momento!!- Me dirigí hacia la procedencia de la voz.

Mar estaba en el dormitorio de Ana subida hacia la mitad de la altura de una vieja y tambaleante escalera que se encontraba apoyada en lo alto de un gran armario de obra. Tenía éste dos grandes puertas correderas en la parte de arriba, una de ellas se hallaba descorrida y la chica, cuya cabeza apenas llegaba a asomarse al hueco, parecía estar buscando algo dentro con cierta dificultad debido a la escasa altura de su posición en la escalera. Entendí que solicitaba mi ayuda, ante la evidente fragilidad de la misma, para subirse más arriba.

-¡Ten cuidado!
­-¿Me la sujetas, por favor?-Pidió girando la cabeza al oír mi voz y señalando la escalera- Me he manchado la falda de cola-cao ¡Qué tonta!
-Sí vale; tranquila –Así con firmeza la escalera- Ya te sujeto.

¿Qué era esto? ¿Una nueva estrategia para provocarme más aún? Tenía que dejar de imaginarme cosas.

Clavé la vista en el suelo. No quería sustraerme a la perturbadora visión que se me ofrecía en bandeja; pero avergonzado de mi debilidad mis ojos derivaron hacia los primeros peldaños vacíos de la parte baja de la escalera. Paré; todavía estaba a tiempo de rectificar. -¡No mires, Joder, no mires!- Me increpaba a mí mismo. Pero la tentación no podía ser más poderosa.

-A ver dónde están…-Decía Mar mientras trasteaba en el armario, ajena a mi dilema.

La tentación venció. En una lentísima ascensión mi mirada dio primero con el peldaño en que se apoyaban dos manchas negras; eran los talones de sus zapatos, seguí ascendiendo muy lentamente. Mitad por darme tiempo a cambiar de idea, mitad por recrearme al máximo del bello panorama; un poco más arriba, a continuación, el paisaje se volvía azul; seguí las líneas más anchas del tejido de sus leotardos de canalé, desde sus estrechos talones de Aquiles fui subiendo con demora, fijándome en cómo las líneas se iban ensanchando en una elegante curvatura progresiva a medida que ascendían hacia sus bonitas pantorrillas. Hice un alto en las corvas de sus rodillas.

-Tanta ropa y a lo mejor han olvidado uno de mis favoritos. Sigue sujetando ¿eh? –Me pidió Mar.
-Sí. No te preocupes (yo sí que estaba preocupado, Como esto no acabara pronto…)

Continué hacia sus maravillosos muslos. A pesar de la prisión de los leotardos era evidente la hermosura de éstos. Vistos desde esta perspectiva eran más deseables aún.

Di gracias de que ahí acabara el suplicio. Donde terminaban las piernas la sombra proyectada por el vuelo de la falda dejaba en penumbra sus posaderas. Pero; en ese momento dijo:

-A ver si aquí más al fondo… -Y estirando el tronco, rebuscó más adentro del armario, mientras a su vez echaba el trasero hacia atrás. Debido a la escasa longitud de la falda este me fue mostrado en todo su esplendor y ahora vino lo peor: El conjunto de las piernas seguido del redondeado ensanchamiento superior de las nalgas semejaba una apetitosa pera azul invertida, tensando la parte superior de tal manera el tejido de sus leotardos, que a pesar del grueso de estos se llegaba a atisbar ligeramente por debajo el blanco de sus braguitas.

-Aquí está –Dijo triunfalmente – Ya, gracias- añadió y empezó a descender la escalera asiendo unos pantalones vaqueros en la mano. Me retiré hacia atrás dejándole espacio para bajar los últimos peldaños. La escalera se tambaleó ligeramente.

Una vez estuvo a salvo en el suelo; di media vuelta y salí corriendo del dormitorio espetándole por el pasillo: ¡LA MADRE QUE TE PARIÓ!

-¡Paco! Pero ¿Adónde vas? –Gritaba ella a lo lejos- ¿Qué pasa?

Abandoné la casa; bajé corriendo por las escaleras como alma que lleva el diablo; salí al portal y a grandes zancadas me dirigí a mi casa para darme una ducha ¡BIEN FRIA!
FIN
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  #2  
Antiguo 04-03-2010, 18:38
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Re: La Tentación Vive Arriba


¡Muy bueno!

Perfectamente reflejada esa fascinación que sentimos los hombres maduros por las jovencitas. Está claro que, instintivamente, en nuestro plano animal, para nosotros son hembras apetecibles a pesar de su corta edad. Menos mal que, además de animales, también somos seres racionales y -como el turbado protagonista de tu relato- tenemos la opción de evitar situaciones comprometidas En estos casos recomiendo poner la venda antes de la herida, quitar la ocasión para quitar el peligro... y todo el sabio refranero si es necesario.

Un saludo y gracias por tu relato.
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  #3  
Antiguo 04-03-2010, 20:43
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Re: La Tentación Vive Arriba


Cita:
Iniciado por PACUMBRAL Ver Mensaje
¡Muy bueno!

Perfectamente reflejada esa fascinación que sentimos los hombres maduros por las jovencitas. Está claro que, instintivamente, en nuestro plano animal, para nosotros son hembras apetecibles a pesar de su corta edad. Menos mal que, además de animales, también somos seres racionales y -como el turbado protagonista de tu relato- tenemos la opción de evitar situaciones comprometidas En estos casos recomiendo poner la venda antes de la herida, quitar la ocasión para quitar el peligro... y todo el sabio refranero si es necesario.

Un saludo y gracias por tu relato.
Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado.

Escribí y reescribí este relato hasta que di con el tono adecuado. Quería reflejar, como muy bien dices, esa (“poderosa”, añado yo) “fascinación” y la tremenda lucha con nosotros mismos a la que nos podemos ver abocados en ciertas situaciones (además no buscadas, como en éste caso) También he jugado con la ambigüedad: ¿Estamos ante una lolita “involuntaria”?

UN SALUDO
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  #4  
Antiguo 09-03-2010, 12:08
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Re: La Tentación Vive Arriba


Otro relato que me ha gustado, seguida asi. Lo bordais.
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  #5  
Antiguo 09-03-2010, 13:01
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Re: La Tentación Vive Arriba


Me ha gustado mucho verdi, muy bien contado. La fascinación por las lolitas, siempre estará vigente.
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  #6  
Antiguo 09-03-2010, 17:46
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Re: La Tentación Vive Arriba


Cita:
Iniciado por alex8001 Ver Mensaje
Otro relato que me ha gustado, seguida asi. Lo bordais.
Muchas gracias alex8001. Seguiré así. Es para mí un placer escribir y saber que os gustan mis relatos. Permanece atento, en pocos días podrás leer el cuarto.
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  #7  
Antiguo 09-03-2010, 17:55
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Re: La Tentación Vive Arriba


Cita:
Iniciado por pistro Ver Mensaje
Me ha gustado mucho verdi, muy bien contado. La fascinación por las lolitas, siempre estará vigente.
Muchas gracias. Pistro. Me alegro de que te gustara. Como comento tengo el 4º casi listo (como adelanto diré que su tema va totalmente al hilo de este foro).
En efecto, las lolitas siempre supondrán ese “fascinante peligro” que te puedes encontrar cuando menos te lo esperas.
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  #8  
Antiguo 10-03-2010, 09:38
 Avatar de juanperez
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Re: La Tentación Vive Arriba


¿Cuantas Lolitas no nos han echo pasar un mal rato y nosotros sin saber si era o no a proposito?
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  #9  
Antiguo 10-03-2010, 17:18
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Re: La Tentación Vive Arriba


Cita:
Iniciado por juanperez Ver Mensaje
¿Cuantas Lolitas no nos han echo pasar un mal rato y nosotros sin saber si era o no a proposito?
Eso forma parte del morbo ¿no te parece, juanperez?
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  #10  
Antiguo 11-03-2010, 10:17
 Avatar de juanperez
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Re: La Tentación Vive Arriba


Si hace parte del morbo y de unas pajas (por mi parte) monumentales.
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