Aún a riesgo de parecer un tipo atormentado allá va este relato, que ya forma parte de mi vida.

¡Mentiras! ¿Quién no ha mentido alguna vez?
Mentiras piadosas, mentiras para esconder las vergüenzas de cobardías, de no afrontar verdades, las soltamos a la espera de que nuestra victima las acepte sin más. Y si las acepta, respiramos, sin darnos cuenta de lo que representa.
Es así como se forman las telas del terciopelo de la mentira, suave al principio, sedoso, satén que deslumbra la razón de un corazón atormentado.
Llegó un día en que te mentí, fue la primera vez. Exorcismo que ocurrió, ya nada después fue lo mismo. Como el fuego, me fui consumiendo entre mentiras de terciopelo. Callejón sin salida, laberinto de desencuentros. Y en cada nuevo intento tu rostro reflejaba la enorme pena causada, lo sabías, leías en mí como en un libro abierto.
Era un camino sin retorno en que cada nuevo exorcismo me alejaba de los sentimientos más nobles que había en mí.
Con angustia creciente la mentira me atrapaba, sólida garra que me toma, llegamos a ser buenos compañeros de aventuras.
Pero hoy, con todo lo ganado perdido, es tiempo de melancolía, tiempo de batirse en retirada, derrota total del sentimiento antes compartido.
Amor roto, amistad perdida. Tan solo un hilo queda y se abre un paréntesis de nuevas intenciones que con el tiempo mitigará la enorme angustia de los hechos pasados.
¿Cómo recuperar la antigua alegría?
La sonrisa que te iluminaba, la calidez de la palabra dicha con cariño. La entrega total de los cuerpos que se aman sin nada que los retenga, las pasiones, los juegos inocentes, las confidencias que solo los que sienten llegan a decir en un susurro.
Las emociones perdidas, los sentimientos abandonados por motivos de apatía. ¿Cómo se recupera todo eso? ¿Alguien lo sabe?
Y tú te empeñas en nuevas búsquedas sin siquiera poner un atisbo de emociones, como queriendo que sea el mundo el que irrumpa en tu mísera vida, que sean las nuevas situaciones las que anestesien tu vida pasada. Me doy cuenta del fracaso y estoy agotado, en mí, la vida se silencia, no siento sino arrepentimiento, duda y desasosiego.
Ahora tomo la decisión de abandonarlo todo, de darme un tiempo de reflexión, de abandonar a esa mortífera compañera de piel de terciopelo y sin total convicción lo intento sabiendo que posiblemente ya nadie me creerá.
Se avecinan tiempos díficiles para un final que no se ha escrito todavía.

Paris

supongo q si tuvieramos la famosa máquina d tiempo para volver hacia atràs , muchos harìamos algunas cosas bastante mejor..pero aún nos queda la del presente..

precioso, paris...
bss