Domingo 18 de marzo, después de misa, al teléfono me contesta la madre Sandra, le pido un dúplex con ella y su supuesta hija Deborah, pero Sandra no se encuentra bien y no está en condiciones de atender esa tarde. Opto por un dúplex con Deborah y otra chica, a ser posible con lésbico, y me dice que sin problemas, que le consta que lo hacen (con un suplemento de 20 euritos)… Salgo del hotel, pongo el GPS y llego a la hora acordada aparcando en el mismísimo portal. Me abre la puerta una chica realmente monísima, de tez muy morena, ceñida en un vestidín negro (Viviana), me está esperando y parece saber a lo que voy.
Me mete en una habitación en la que se encuentra Deborah, la cual me informa de que “no le gustan las mujeres” y que si quiero un dúplex “normal”, bien… (!!!) (con esa cara de antipática… 20 euros que me ahorro). Me invitan a ir solito al cuarto de baño, donde dejo mi ropa, me ducho y regreso al dormitorio. Viviana ya está desnuda, Deborah está luchando con el cierre de su sujetador, que finalmente consigue desabrochar con mucho esfuerzo. Ambas están lo que se dice “ricas”, Deborah delgadita, poco pecho pero bonito, una cara estilo Rosario Flores, Viviana más carnosa aunque no gorda para nada, poco pecho también pero más rico aún, y una piel que me vuelve loco. Pero las veo muy calladitas, poco comunicativas, y presiento que esto no va a ser el “polvo del siglo”.
Me acomodo entre ellas y empieza “la fiesta”. La más activa es Deborah, quien emprende un francés aceptable (advirtiéndome de que no puedo correrme en la boca, y tampoco se deja besar), mientras Viviana está mirando, totalmente parada, aunque consigo acercarla y besarla ricamente en la boca. Se turnan e incluso se juntan para alegrar a mi papito (nada que reprochar en este aspecto). También consigo que Viviana me ponga el coño en la boca para comérmelo. Pero tienen poca iniciativa, todo lo tienes que pedir o sugerir… Al final me ponen condón y me cabalga Deborah, a la vez que me estoy morreando con Viviana. Tan mal no estaría, puesto que no tardé mucho en correrme, pero no me acabó de entusiasmar, las encontré muy sosas.
El “social time” estuvo de pena: parecían mudas. Como último recurso para intentar animar la cosa, de broma les pedí que me “contaran un chiste”, y, como “no se sabían ninguno”, tuve que contarles uno, que considero bueno, pero que Viviana tuvo que explicar a Deborah, entre risas, porque esta última no lo había pillado (ay Señor, Señor…). Entre pitos y flautas conseguí que soltaran un poco la lengua y sacarles alguna que otra risa (no a base de chistes), pero no pusieron mucho de su parte para que el encuentro fuera agradable más allá del plano meramente sexual. Luego intentaron reanimar a mi papito, pero pese a sus esfuerzos, ni mi forma física ni el ambiente se prestaban a ello y no hubo nada que hacer. Eso sí, punto a su favor, no intentaron acortar la hora acordada.
No es que haya salido totalmente descontento, porque no todo fue negativo, pero desde luego que la experiencia no quedará como un polvo inolvidable. Un poco freaky, eso sí.
|