Rocío supuesta jovencita

Sobre el tema de la casa no me extenderé porque ya ha habido compañeros que lo han explicado estupendamente.
Otra cosa es esta tal Rocío, que se vende a cara descubierta y poses aniñadas pero que cuando te la encuentras parece aún mas joven de lo que aparenta en las fotos. Para tranquilidad del personal, estoy seguro que tiene más de 18 años, y yo diría que más de 20 a pesar del chupachups de las fotos y de las gafas del Un, dos, tres.
Me imagino que esta chavala está ahí por esas cosas de la vida y que en realidad detrás de esa casa de locos hay una madama que la ha elegido como reclamo para clientes inclinados por turbios deseos menoreros.
Pero lo que es follar, no folla nada. A lo mejor con su novio es una tigresa pero lo que es con desconocidos pues no. No sé si es que le damos asco o que la buena mujer se piensa que vamos buscando agujeros y como ella tiene dos disponibles, pues arreando.
Supongo que para puta hay que valer y esta Rocío no vale, al menos de momento. Tampoco la madama debe de tener muchos recursos humanos a su disposición para haber echado mano de semejante muñeca hinchable.
Algún compañero ha dicho que suda mucho, lo que es verdad, pero creo que es del miedo o el asco que siente.
En estos casos yo siempre digo lo mismo. Por favor, señoras putas, que a nosotros nos cuesta mucho trabajo ganar el dinero como para que nos estafen de esta forma. Un poco de vergüenza, por Dios.
Ni todas van a follar como nos gusta a cada cual, ni todas van a tener el mejor día justo cuando nosotros entremos por la puerta. Pero saber a conciencia que están ofreciendo una estafa, eso es de juzgado de guardia. Se aprovechan de que no vamos a ir despues a reclamar a la unión de consumidores, pero ya está bien de ladrocinio.
No voy a pensar que esta muchacha no sabe dónde se ha metido porque a la hora de cobrar bien que pone la mano y después cierra los ojos y las piernas y a aguantar el chaparrón. Vale que no le guste lo que hace (aunque entonces para qué se mete) pero que por lo menos disimule. Cuando estás encima de ella pone una cara de mártir que da hasta pena de lo que le estás haciendo y de verdad que se pasa mal. Luego te acuerdas de la pasta que le has pagado y se te olvida la lástima por ella y empieza la lástima por uno mismo.
Lo peor es que seguimos cayendo.

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