Relato un poco los detalles de mi encuentro con esta tipa.
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Aunque parece que ahora se anuncia en Zaragoza: [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ]
Experiencia un poco rara y que me ha costado “digerir”, no tanto por el desarrollo del encuentro, que calificaría simplemente de naif y amateur, sino por las peculiares y un tanto surrealistas, circunstancias que rodearon, previa y posteriormente dicho encuentro.
Físico: lo que se ve en las fotos, más o menos. Chica latina, colombiana, joven, en torno a los 25 años, de complexión delgada y no más de 1,60 de altura. Pelo largo moreno como se ve en las fotos, y color de piel algo más moreno que lo que se aprecia en las fotos. De cara, en persona, me pareció más atractiva que en las fotos. Cuerpo 100% natural. Pechitos medianos con buenos pezones. Una delicia!! Culo, más bien culete, acorde a su complexión delgada, y blandito al tacto. Para nada el típico trasero recauchutado de algunas latinas, ni apenas respingón, ni trabajado en el gym. En general tiene un cuerpo normal y poco tonificado, con el único aliciente de su naturalidad. El coñito, de esos pequeñitos, que incluso una persona caucásica con dotación convencional puede temer que no vaya a caber por ahí, pero luego, metidos en faena, eso dilata y dilata y entra todo sin problema. El vello púbico lo llevaba como de una semana sin afeitar, pero no en plan recortado y perfilado como algunas, sobre todo brasileñas, suelen llevar, sino simplemente, sin haberse afeitado esa zona varios días. Pese a ese detalle, la higiene era buena (dejarse barba no es sinónimo de que seas un cerdo) y tampoco creo que sea impedimento para hacerla un cunnilingus y comérselo todo, porque en la zona donde hay que hacer el trabajo fino no había pelillos. Así que los buenos degustares de coños que estén tranquilos, que no se van a atragantar con ningún pelo.
Servicio: Si analizo el servicio desde la perspectiva que lo hago habitualmente con otras lumis, debo calificarlo de poco profesional, amateur e insuficiente, por las carencias del encuentro, tanto desde el punto de vista estrictamente sexual como de otro tipo de aspectos adicionales (instalaciones, higiene, limpieza, cumplimiento del tiempo contratado, etc). Sin embargo, si me limito a valorar única y exclusivamente el polvo, es decir, el mete-saca con sus preliminares, me resultó placentero y satisfactorio. Fue, casi, como follar con una novia. Digo “casi” porque faltaron algunos elementos que toda buena novia ofrece, como por ejemplo, los besos, pero aún así, supo trasmitir pasión y fogosidad, mucho mejor que algunas otras lumis que teniendo la etiqueta de buenas profesionales, al final, resultan frías e inexpresivas. Nos follamos mutuamente, ella a mi y yo a ella, y ambos disfrutamos. No sé si se corrió o no, pero disfrutó, y yo también, por supuesto. Pero hasta ahí lo bueno. Si doy más detalles la nota empieza a bajar y se queda en un suspenso.
Tarifa: 60/100 por media y una hora respectivamente. Aún cuando la tarifa de 60 euros/media hora ya la pide cualquiera, en mi opinión, resulta demasiado para lo que ofrece, lo mismo que pienso, por desgracia, respecto de otras muchas que cobran lo mismo y ofrecen un servicio normalucho. No obstante, buscando bien, por ese precio hay mejores opciones, incluso por menos también, en función de lo que busques, y por un poco más, hay opciones que ofrecen un salto considerable en cuanto a calidad y profesionalidad.
Otros detalles: el lugar del encuentro, roza la categoría de pulguero. Aunque en peores sitios nos hemos metido (y salido) se trataba de una deprimente, claustrofóbica y oscura habitación compartida con, por lo menos, un maromo con quien me topé al salir, pudiendo observar entre la penumbra, y con mis ojos ya adaptados al modo de visión nocturna, que entraba medio desnudo a la misma habitación, bien para vestirse o para terminar aquello que tuvo que interrumpir mientras yo me trajinaba a su “compañera de habitación”, todo ello dentro de un piso destartalado, viejuno y lúgubre, acorde al inmueble donde se ubica, un edificio tipo colmena donde residen más de un centenar de personas de diferentes procedencias, razas y etnias, en el que cada uno va a lo suyo y nadie pregunta nada a nadie, ni te ponen mala cara si te topas con algún vecino. Por cierto, entre portal, ascensor y descansillo, me crucé con hasta cinco individuos, sin contar con el de dentro del piso. Al final entendí que cuando me decía “te quedan 5 minutos”, cuando por lo menos quedaban 15, no era porque su reloj estuviera adelantado, sino porque su compañero de habitación se estaba quedando frío esperando fuera medio en pelotas. Lección aprendida para la próxima vez: mirar antes debajo de la cama y en los armarios por si está escondido el marido, el novio, el amante o el cliente de alguna, o simplemente por si eres tú quien tiene que esconderse, en caso de que sea alguno de los anteriores quien quiera entrar a la habitación durante la jodienda. A veces, echar un polvo se convierte en una aventura.
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