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En fin, lo de siempre, llamo a varias chicas y me decido por ésta, sobre todo por sus fotos. Por la cara parece tener 10 años más de los que dice pero de cuerpo está jamona. Está en un conocido lumipiso de Obdulio Fernández (edificio verde). Por teléfono me explica con amabilidad y acento ruso sus servicios y que cobra 60 por la media hora y 100 por la hora.
Me abre la puerta y me lleva a la habitación, donde le pago sus honorarios. Acabado el asunto económico, me dice que me duche. Oye, que vengo del gimnasio con el pelo mojado todavía. Que me duche. ¿Y tú? No, yo no, yo ya estoy. En fin... Una vez reduchado, me voy para la habitación. Me tumbo en la cama e intento iniciar una conversación, pero ella por lo visto quiere ir al grano, se arrodilla a mis pies y empieza una mamada sin goma, de forma que no me llega la mano para tocarle nada... La mamada en sí es malilla, todo el rato con el dichoso pañuelito y parándose cada dos por tres.
A todo esto, todavía lleva el sujetador. Le digo que se lo quite y me haga una cubana. De paso aprovecho para sentarme y así por lo menos le miro las tetas, que ya me estaba dando tortícolis. La cubana no es gran cosa y la expresión de su cara es fría, pero tiene una delantera potente. De todas formas, ya estoy bastante más animado y le digo que me ponga la goma.
Se me ofrece a cuatro patas y acepto así. Sigue sin ponerle mucho morbo, así que en vez de cambiar de postura, le doy más caña y me corro unos pocos minutos después. Me da unas toallitas y se viste rápidamente. Intento charlar otra vez pero se ve que es de hablar poco (y no por falta de dominio del idioma, que no parece tener problemas), así que me voy a ducharme. Al acabar me despide en la puerta sin un beso ni nada y me piro.
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