La mamada del siglo: secretos de la felación
"¿Puedes hacerme la mamada del siglo?, pagaré lo que me pidas si eres capaz de hacerlo". La preguntita del cliente me ha curado la resaca de sopetón. Ojerosa y con un dolor de cabeza de mil demonios, he respondido mecánicamente al teléfono, pues tenía planeado tomarme el día libre, después de una noche de sexo en grupo regada generosamente con alcohol. Mi respuesta es automática e impulsiva: "esta zorra puede vaciarte de leche con sólo mirarte la polla".
Camino de la ducha, un café y dos aspirinas después, aún le doy vueltas a la conversación que acabo de mantener. He chupado todas las variantes de verga que existen: blancas, negras y amarillas, estándar, microscópicas y monstruosamente grandes, erectas como mástiles y fláccidas como un flan. Y siempre con resultado muy satisfactorio. No debo preocuparme, el reto está superado.
Mientras el chorro de agua deliciosamente caliente acaricia mi piel, me viene a la mente la película Garganta profunda, aquel clásico porno de los años setenta, toda una lección de técnica sexual avanzada. Excitada por las imágenes evocadas y por la calidez del vapor de agua, deslizo mi mano hacia mi sexo, donde ya asoma el clítoris salvajemente enardecido y hambriento. Echo la cabeza atrás, entrecerrando los ojos, embargada por el placer me produce el masajeo del clítoris, acompasado con el magreo y los pellizcos a mis pezones, duros como el granito...
Última edición por GRUPI; 22-04-2015 a las 03:53
Razón: publi no permitida
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