Cita con Eva en los apartamentos de Divino Valles. Lo he pasado muy bien con ella. Ha sido un placer comerse a esta niña. Se entrega por completo, dentro de sus límites: no francés, no penetración.
Llega algo apurada, ha tenido un pequeño incidente en la puerta con alguien que la ha confundido. Es una chica calmada, no especialmente desenvuelta, pero muy agradable. Es lindísima, de carita muy dulce. Aspecto sumamente joven, carnosita pero en perfecta armonía de líneas. La imaginaba, no sé por qué, de rasgos más pronunciados y vulgares. Ojos un poco rasgados, de color castaño oscuro, brillaban. Bonitos labios. Voz delicadísima. Cuerpo espléndido, culo durísimo, pechazos antigravitatorios.
Me cuenta que se presenta una tarde ajetreada. Me habla de sus estudios, le gusta sacar nota, es muy concienzuda en su formación, pero eso sale caro. Me encantan sus ojos chispeantes, su voz de princesita, sus ojos plácidos.
No mostrará mucha iniciativa, pero se da enteramente. Declino el masaje y ella no insiste. Buenos besos de pie, abrazaditos, no mete lengua pero acepta bien la mía, cerraba los ojitos. La pongo boca abajo, le como el culito y cubro su espalda de besitos, la acaricio, le devoro el cuello, enseguida se eriza de pies a cabeza. Disfruta mucho cuando le devoro los pechos, sus jadeos son comedidos y auténticos. Luego le como muy despacio el chochito. Tiene vello en torno a la vulva y el ano, no en el monte de Venus, depilado pero rasposito. Lo disfruta, pero sin estallar, “qué gustito”, murmura. Todo muy verdadero, sus discretos gemidos, sus pequeñas sacudidas, sus caritas mientras se agarraba a la almohada. Su clítoris se ha puesto muy hinchadito.
La masturbo a continuación hasta llevarla a un orgasmo dulce y largo, tenía ganas de correrse, me ha colocado la mano del modo que la estimulaba más, la he movido con ritmo, se ha mojado mucho, un espectáculo verla tan guapa emitiendo esos chilliditos de niña, dando cabezazos hacia adelante con la boquita abierta.
Nos fundimos en un abrazo hondo y prolongado. No muy habilidosa en la paja, la hace suave, le tengo que marcar los ritmos, su rostro muy cerca, miraditas, yo devoraba sus pechos exquisitos, esos pezones tan ricos. Nos hemos pasado del tiempo, pero no se apura, aunque tiene otra cita a continuación. Más besitos al despedirnos, con su entrega a la vez franca y comedida.
Un gusto de chica. No descarto en absoluto repetir.