¿Tú te has visto en el espejo?
Esta dichosa frase la escucho cada vez que entre amigos o compañeros sale uno de los temas recurrentes y universales, la pareja.
Por un lado es cierto que todos conocemos a un fulanito, o tenemos referencias de uno que sin ser un "Adonis" liga a espuertas. Pero aceptemos que esto no es frecuente, por lo general, según hablo con la gente denoto conformismo y en verdad me asusta. Me asusta que, llegado un punto en tu vida tengas dos opciones, emparejarte con una mujer que no te llena pero "te soporta" o bien quedarte soltero esperando al amor de tu vida.
Y no es ni uno, ni son dos o tres los que, preguntando de manera sibilina, aunque uno no tenga, por ahora, la lengua bífida, te responden con escuetos sies, cuando no un bastante borde "es lo que hay". Lo cual me entristece, pero nada comparado con las respuestas soterradas bajo la superficie, y es que no es ni uno, ni son dos o tres los que, aparte de reconocer su conformismo, llegan a afirmar sus serias dudas respecto a la fidelidad si, llegado el caso, se les presentase una oportunidad "mejor".
¿Realmente uno debe mirarse al espejo cada mañana y sentirse derrotado para soportar una vida en pareja? Quizás tengo muchos pájaros en la cabeza, lo cual a mi edad tiene delito, pero no lo concibo. No soporto la idea de compartir la cama y mi vida con alguien que no aguantas y más aún, que no te despierta las más bajas pasiones. Las que radican en nuestro más oscuro interior y que por atávicas, son verdaderas. Sin mentiras, sin rodeos, sin diálogos, sin terapias de pareja, sin conservantes, ni colorantes; esos son los sentimientos puros y salvajes. Los que no se esconden, controlan o se fingen.
¿Tenemos que renunciar a ellos únicamente por tener una oreja que nos escuche y una vagina o un culo que rellenar?
Mañana me levantaré y le volveré a preguntar al espejo si me he visto en él. Aunque desgraciada pero afortunadamente, creo que no colará.
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