Laura, decía llamarse, aunque en la correspondencia que tenía encima de la mesilla decía Maria Teresa, la conocí en la C/ Uruguay y la visité innumerables veces cerca de la C/ Barcelona después, la última vez, hace dos años, me citó en una pensión de la C/ Brasil.
Morena, no delgada pero no era gordita, con todo en su sitio, hacía un francés como el de Cristina, pero combinado con un beso negro de padre y muy señor mío.
Tenía juguetes que manejaba con maestría y acabó estrenando mi trasero.
Creo que de veintitantas veces que nos vimos sólo follamos dos, el resto francés -primordial y primorosamente- y alguna vez griego, creo que quedamos 4-1 en esto.
Tiempo después intenté contactar con ella otra vez, enganchado a su buen hacer, siempre sin horario para terminar, pero fué imposible.
Llamé y acudí a cuanta Laura se anunciase, una vez a otra señora de temprana edad por Urzaiz arriba -un fiasco- pero si alguno la localiza o cree saber algo de ella, que me avise.
Gracias a esta búsqueda conocí a la viguesa de 38 de la C/ Brasil.
BD