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En el corazón de Legazpi, descubro esta noche un piso de lumis ubicado en la calle Enrique Trompeta. No he hallado ningún hilo en particular, por lo que me decido a abrirlo yo.
El sitio lleva, por lo que me han contado, siete años abierto, y funciona las 24 horas.
Las instalaciones, pequeñas, están algo desvencijadas, y la higiene es regular. En el ratito pude observar alguna cucaracha merodeando por los pasillos. A lo largo del día suelen recibir hasta cinco señoritas, aunque cuando llegué sólo estaba una disponible; las demás, ocupadas. Me abre una chica guapa, con una silueta de bombón. Pero resulta que es la encargada, y ella, lo que es follar, nada de nada. Lástima.
Me presenta a su pupila, Marta: una chica alta, mulata, de veintipocos, algo gruesa, pero con dos buenos pechos pidiendo guerra. Pierde un poco al desnudarse porque el culo de no es los caribeños, sino bastante plano; y tiene algo de tripita. Además, unas ligeras estrías arañan sus pechos. Al principio se muestra tímida, sin nada de morbo; y me temo lo peor.
Sin embargo, me equivoco. Comienza a comerme la polla sin preservativo, tras habérmela lavado a conciencia, en un chico bidé. Luego comienza a lamerme el cuerpo y me mordisquea los pezones. Vuelve otra vez abajo, y nueva comida de rabo, ahora sí, ya enfundado en la goma. Se deja besar los pechos y acariciarle el coño, aunque desdeña que le meta los dedos. Tampoco besa.
No obstante, sólo he contratado 20 minutos, por lo que no insisto y me dejo que continúe con la mamada. Luego, se pone encima y comienza a bombear. Buen movimiento pélvico (no he conocido dominicana que no lo tenga). A continuación, lo hacemos a perrito, y me corro.
El servicio, como ya digo, ha durado alrededor de 20 minutos, y el precio, 30 euros. No está mal. Si es media hora, tienes que desembolsar 20 euros más. Buenas noches.