Bueno, pues finalmente estuve con esta chica, era la primera vez que contrataba un servicio de masaje y la verdad que la experiencia me decepcionó bastante.
Como dicen por aquí la chica tiene 21 años, y según me contó es rumana aunque lleva desde pequeña en España y no se le nota ningún acento. ¿Es un pivón? Pues yo tanto no diría, me pareció guapa (es cierto que tiene un aire a la chica de la foto de Casaco), con buen pechamen y una delicia de culito. No dudo que un sábado en una discoteca, bien arreglada pueda llamar la atención, pero yo no la consideraría un pivón de esas que te das la vuelta por la calle. Está bastante bien y punto, que no es poco, pero tampoco nos pasemos.
Te deja tocar tetas y culo todo lo que quieras, y yo la verdad que me puse las botas. El chochete ni tocar, y si quieres que se quite el sujetador son 20 euros más. No pasé por ahí.
Aquí se acaba todo lo bueno de la cita. Igual para alguien sea suficiente, pero la verdad creo que por el doble de dinero hay chicas con las que puedes llegar a mucho más del doble y en un ambiente más amigable.
Me explico. Llego al portal y tras llamar para saber el piso, llamo y voy para arriba. Lo lógico (que es lo que siempre me había pasado) es que la chica se quede esperando tras la puerta para dejarte pasar inmediatamente según salgas del ascensor y alcances la puerta. Pues no, esta niña decidió esperar en la otra punta del piso y tomarse su tiempo para venir a abrirte. Y todo eso sobre unos taconazos de escándalo, que más parecían andamios y que con las pisadas retumbaron en todo el edificio (el vecino de abajo tiene que estar contento). Y tú mientras tanto cagándote en todo porque tienes que esperar medio minuto plantado en la puerta y expuesto a que te vea cualquier vecino que saque a pasear al perro. Yo no soy de Zaragoza y me dio un poco igual, pero nunca es agradable semejante alarde de indiscreción.
Bueno, pues me doy una ducha rápida porque la tía me prefiere bien aseadito y vamos al lío. Cabe decir que le pregunté y me dijo que la ducha entraba dentro de la hora que había contratado pese a que me la di solo. Pues vale, no le di mucha importancia a este detalle.
El masaje es un pasamanos sin ton ni son. Puede que sirva para relajarte, pero a mí no me excitó lo más mínimo. A ratos me pellizcaba los pezones como si fuera a llevarme al séptimo cielo, y no dudo que a otros clientes eso les ponga a mil, pero a mí no me hacía ni cosquillas.
En cuanto al carácter no es que fuera borde ni seca, pero a veces era cortante. Recuerdo que le hice un comentario, nada maleducado ni desagradable ni ofensivo, para que me siguiera la corriente y que sirviera para entrar en calor. Pues bien, respondió despectiva y transformó lo que podía haber sido un buen paso hacia la excitación en un momento desagradable. Ya supongo que las chicas de este mundo no aman a sus clientes y hasta quieren acabar cuanto antes con la cita, pero coño, meterse un poco en el papel no está de más.
Si le llaman al móvil durante la cita, lo coge y sigue con el masaje o lo que coño sea eso con una sola mano. En fin...
Y al darle al manubrio pues bueno... A la altura del masaje: pocas ganas, menos gracia e interrumpiendo la paja cada cierto tiempo.
Lo mejor: La chavala no está nada mal y te puedes poner hasta arriba de sobarle las tetas y el culo.
Lo peor: Todo lo demás.
¿Repetiré? Ni en esta ni en las
próximas siete vidas. Una y no más, Santo Tomás.