Esas historias emotivas, tristes o divertidas de las lumis
Es la historia de un gatillazo.
Aproveche una oferta de duplex con una chica que ya conocía y otra que no. La que no conocía me resultó demasiado joven para mí, pero tampoco le iba a hacer ascos. Duré menos que un Ifon olvidado en la mesa de una cafetería (esto lo sé por propia experiencia). En cuánto la menos joven (y más cañera) se explayó haciéndome una mamada, me corrí sin poder decir un Ay. Y sin avisar, porque tenía la boca ocupada en la boca de la más joven. Eso no pareció importarle, a la que recibió el chiringazo. Menos mal.
El caso es que, aunque pusieron un empeño muy loable en arrancarme un segundo disparo, no sé por qué (y que conste que eso ha empezado a preocuparme) mi pólvora estaba totalmente mojada y fui incapaz de recargar el arma.
Total, que tuvimos bastante tiempo de charla y la más joven me contó un poco su vida: Veintiún años, dos hijos. A los trece años abandono de una casa compartida con múltiples hermanos y con el maltrato de un padre que sospecha de su paternidad. Inmigrante solitaria en España y dando tumbos por distintos trabajos, acabó en la prostitución donde ella misma reconocía no tener aptitudes
Y todo eso me lo contó, con toda naturalidad, lo mismo que mi sobrino contándome que va a hacer un master en que se yo, que le cuesta treinta mil euros a su papi.
Después de unos días sigo pensando en esa historia.
Me acordé de una lectura de mis años mozos, cuándo creía que las revoluciones eran posibles. Era la historia de un indiecito al que le habían llevado a luchar y morir a una guerra que no era la suya. Sus ultimas palabras fueron: “Me he de quejar de todo esto a Dios”.
Yo no sé si hay un dios con ventanilla de quejas y reclamaciones, pero si no lo hay deberíamos inventarlo. A esa chiquilla alguien le ha robado la niñez.
Cómo me dijo la menos joven de las dos, en otros países a las personas les pasan cosas desde niños. Y yo no dejo de pensar que parte de culpa no tenemos en este primer mundo en que vivimos.
Me fui preocupado por el gatillazo y feliz de no haber podido follarme a esa chiquilla. Después de oír la historia me siento totalmente incapaz de hacer nada con ella, entiendo que no tengo motivos pero me parecería estar abusando. Y eso que me pareció de una dulzura y optimismo digno de de admiración
Me imagino que este no es el post más agradable de leer y a lo peor tampoco es el sitio más idóneo para escribirlo, pero me ha dado por pensar que seguro que también habéis escuchado historias que os han conmovido, preocupado o divertido. A mi me gustaría conocerlas.
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18-01-2012, 15:00
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