Foro Spalumi de información y opiniones sobre acompañantes - No volverá a ser citada a declarar, señorita!

Ella entró en la sala de vistas con la seguridad del que no ha hecho nada malo. En los bancos de la sala apenas había diez personas. A medida que se iba acercando al estrado pudo ver a la izquierda a la fiscal, que con el pelo sin brillo y recogido de mala manera, escudriñaba con cara de Póker el ceñido traje de chaqueta comprado para la ocasión. No era ni suficientemente corto para parecer una mujer fácil, ni suficientemente casto como para parecer que estaba ocultando su personalidad. Dibujaba perfectamente sus curvas de modo que no era dificil imaginarse el paraíso que había debajo. La camisa blanca de seda tenía tres botones abiertos que dejaban adivinar que dentro de ella habitaban unos pechos dignos de una diosa. El intenso brillo de su mata de pelo negro le daban un aire racial que hacía saltar chispas a las miradas de los presentes

Frente a ella, un grupo de personas con togas negras y puñetas la miraban fijamente con curiosidad. Entre esas caras, una le resultó muy familiar por lo que ella, abriendo más los ojos, esgrimió una sonrisa. “Sitúese delante del micrófono por favor”, le dijo la agente judicial que la acompañaba. Ella se dio cuenta que no era el momento de exaltar amistades, por lo que se puso ante el micrófono obedientemente. “Jura o promete decir verdad?”. Juro! dijo ella con cara de llevar buenas cartas. “Tiene la palabra el Ministerio Fiscal!”, dijo la cara conocida

La fiscal, la miró de arriba abajo y se detuvo un momento en los impecables zapatos de cocodrilo que remataban el conjunto. La verdad es que esos zapatos marrones, con su tacón de aguja de 10 centímetros, hacían resaltar aún más la sensualidad de la testigo que ya era de por sí apabullante. Deben costar 300 euros como mínimo, pensó.

¿Puede decirnos su profesión?
"Mujer de la vida" dijo ella, mirándola
¿Perdón? Dijo la fiscal inquisitoriamente.
"Me dedico esporádicamente a la prostitución para ganarme la vida", dijo, mirando esta vez al Juez, que apartaba la mirada como leyendo unos papeles.
"¿La obligan a usted a prostituirse? No, en absoluto, lo hago voluntariamente".
"¿Por qué se dedica usted a eso?" preguntó la fiscal intentando buscar otros caminos de investigación. "Porque soy muy golfa y gano bastante dinero", dijo sonriendo y segura de si misma.

En ese momento, un rumor inundó la pequeña sala. El juez levantó la cabeza estupefacto, mirándola a ella que sonreía como si todo esto fuera un juego diabólico. Empezaba a tener molestias con el cuello de la camisa.

"¿No le resulta degradante la profesión que ejerce? Pues no, gano bastante dinero y no me quejo de mis clientes que son personas educadas. Muchos de ellos son ya amigos míos".

"¿Qué horario tiene usted de trabajo? No tengo horario fijo. Hay días que trabajo de 10 de la mañana hasta las tantas de la noche y otros que no trabajo. Según quiera. Es lo que tiene no tener jefe".

"¿Como contacta usted con los clientes? Tengo anuncios en varios sitios, ellos me llaman y concertamos una cita en determinados lugares, entre ellos el sitio donde me encontraron en la redada. Alquilo una habitación por horas", dijo mirando a la fiscal con normalidad. Luego giro la cara para mirar al tribunal y dijo, "también tengo hace tiempo clientes fijos que me llaman directamente y que requieren cosas muy concretas". El juez se removía en la silla, mirando a los dos lados revelando cierta inquietud

"¿Que clase de personas son las que la contratan?" Ella, mirando a la fiscal manifestó: "Son personas normales, profesionales o trabajadores de entre 25 y 60 años, casados y solteros que, o bien vienen a buscar lo que no tienen en casa, o vienen a completar la ración de sexo que les falta". Girando la cabeza y mirando fijamente al juez digo: "también tengo clientes que vienen a realizar unas fantasías de lo más diverso, sabe usted?".

"¿Qué tipos de prácticas sexuales realiza usted? Pues desde las más normales como el francés, el 69, hacer el amor en diversas posturas, hasta las sesiones de sado masoquismo que consisten en ..."
"Suficiente señorita!" Dijo el juez, "No hay porqué ser más explícito, todos nos hacemos una idea! Siguiente pregunta y abrevie Señora fiscal!"

Tiene usted una lista de clientes?
"Señora fiscal", dijo el juez un tanto alterado, "esa pregunta es impertinente y ajena al objeto del presente procedimiento que es intentar demostrar si el imputado ha incurrido en proxenetismo o no. Le recuerdo además que la interrogada lo es en calidad de testigo y no de imputada".

"Ninguna pregunta más señoría", dijo la fiscal viendo que pinchaba en hueso.
"Alguna pregunta de la defensa del imputado? aunque creo que está todo dicho".
Ninguna señoría.
Inmediatamente el juez dijo con cara de alivio y cierta ironía en su voz: "se puede usted marchar señorita, no se la volverá a citar para declarar!"

Pocos días después ella, vestida totalmente de cuero y con un pequeño látigo en la mano, azotaba y rozaba el trasero de un hombre que estaba a cuatro patas, vestido de mujer y atado a una cadena. “Así que comercial de una marca deportiva, eh? Pedazo de mierda”. Y los dos se rieron a carcajadas.