Fantasía 5
Tú lo dijiste: “Tus deseos son órdenes”. Y, como ya sabes, yo ardo fácilmente en deseo, así que no he tardado nada en inflamarme, y, por tanto, en llamas, te ordeno:
Primero dúchate despacito, disfruta la espuma y el agua. Tras la ducha arréglate el pelo. Me gusta liso y, sobre todo, no olvides recogerlo en una coleta un poco alta, que deje al descubierto tu estilizado cuello, tu nuca. Después puedes vestirte. Quiero que te pongas medias y un conjunto sexy con ligero. Súbete en unos zapatos con mucho tacón, así tus piernas serán más largas y tendré más camino que recorrer, más piel por la que deslizarme. El sujetador debe dejar bastante descubiertos tus pechos, para que así mis dedos tengan mucha piel que acariciar hasta llegar a la tela. Ponte un jersey fino y ajustado, o una blusa que deje bien claras tus curvas. Y finalmente una falda, que como mucho te llegue a las rodillas y se ajuste bien a tu trasero. Sabes que tienes un culo precioso y redondeado, no me arrebates el privilegio de observar como la falda lo envuelve. No se te ocurra ponerte una más larga de lo que te digo, me privarías del placer de, nada más verte, vislumbrar tus preciosas piernas.
Una vez vestida vete a Atocha y coge el AVE. Cuando estés sentada en el vagón, mándame un WhatsApp diciéndome “Ya estoy en el tren. ¿Dónde quieres que vaya?”. Te contestaré dándote una dirección, el nombre del hotel y el número de habitación.
Cuando llegues vete directa al hotel. No tardes. No me hagas esperar. Sabes que no me gusta esperar cuando tengo ganas de arder. Sabes que te deseo. Deseas que te haga arder también.
En el hotel sube a la habitación y llama suavemente a la puerta.
Te abriré y entrarás. Te saludaré y entonces me dirás: “He venido tal y como deseabas. ¿Qué es lo que ordenas?”. Te llevaré hacia la cama y te diré: “Gírate”. Notarás como me pego a tu espalda y después mis dedos acariciaran tu nuca. Notarás después mis labios recorriéndola, la punta de la lengua saboreando tu piel. Puede que notes algún pequeño mordisco, suave, apretando los dientes lo justo. Después pasaré mis manos por encima de tu jersey y acariciaré tus pecho suave pero firme, los cogeré desde abajo apretando un poco. Y luego te diré: “Y ahora dóblate y apóyate en la cama”. Y tú harás lo que te ordeno. Sentirás como acaricio tus tobillos y como lentamente mis dedos suben por tus piernas deslizándose, sinuosamente, hacia arriba, y, cuando lleguen al final de tu falda, la subiré despacio hasta dejar a la vista tu precioso culo ceñido por tus braguitas y el ligero que sujeta tus medias. Notarás mis dedos recorrer tus nalgas, apretando un poco. Notarás mis labios contra tu piel, mi lengua recorriendo tu curva, los dientes clavándose lo justo. Si me lo pides te daré algún pequeño azote. Tal y como te mereces. Tal y como te gusta.
Tras esto te diré que te incorpores y te gires. Me separaré un par de pasos para contemplarte bien y diré: “Desnúdate.” Cuando te hayas quitado la ropa te diré: “Alto. No te quites la ropa interior”. Y me acercaré de nuevo a ti. De frente. Recorreré tus pechos al igual que lo hice con tu trasero, con dedos, labios, lengua, aliento y dientes, firme pero suave, deslizándome de la piel a la tela de tu sujetador. Y al final los liberaré de la tela que los constriñe. Besaré suave tus pezones, los acariciaré con la punta de la lengua, los apretaré un poco con los dientes.
Me separaré un paso y te diré: “Ponte de rodillas”. A esas alturas el deseo me habrá inflado. A esas alturas mi deseo solo querrá librarse del pantalón. Así que me bajaré los pantalones y los calzoncillos y te mostraré cómo me pones. Duro, caliente y palpitante. Y te diré: “Chúpamela”.
Y tú me demostrarás lo que has aprendido últimamente a hacer con tu dulce boca. Con tu deliciosa lengua. Me notarás firme y suave, latiente y ardiendo, llenando tu boca. Y cuando, en un momento dado, te la saques de la boca, un hilo de saliva quedará colgando entre tus labios rojos, carnosos, húmedos y mi glande. En ese momento entraré en combustión, te levantaré, te pondré de nuevo de espaldas apoyada en la cama y notarás como me arrodillo tras de ti como comienzo a recorrer la parte alta de tus muslos hacia tu sexo, cómo mis dedos lo acarician por detrás. Y yo notaré tu calor. Tu humedad. Saborearé tu humedad. Recorreré con labios y lengua, deslizándome, apretando… Te giraré, te tumbaré en la cama, separaré tus piernas y continuaré besando, chupando, recorriendo. De vez en cuando me separaré para ver como tu sexo se abre, tus labios, tu clítoris. Y te miraré con deseo y te diré: “Acaríciate las tetas, así… Tírate suave de los pezones mientras te devoro.” Y tú obedecerás mis órdenes y notarás como te lamo, y como mis dedos se deslizan y acarician y te recorren y te penetran. Te deseo. Te recorro. Te saboreo. Te devoro. Eres mi esclava. Eres mi puta. Y a ti te encanta.
Y cuando ya no podamos más te haré levantarte, girarte, apoyarte de nuevo en la cama y entonces te penetraré. Despacio al principio. Ciñendo con mis manos tu cintura mientras me separo y me muevo. Me notarás dentro firme, duro, ardiendo. Cogeré tu coleta con una mano y tiraré suave, mientras te penetro y me muevo despacio, y luego más rápido y más y más.
Con mi otra mano acariciaré tu sexo notándolo mojado, notándolo caliente, notando como mi polla entra y sale. O mejor aún, te ordenaré que te acaricies tú, para que así puedas notar tu calor, tu humedad y como mi sexo firme y duro, palpitante, te penetra una y otra vez, para que así pueda notar el roce de tus labios en mi tronco mientras entro y salgo de ti. Para que así puedas acariciar tu clítoris mientras te inundo. Y así, cada vez más rápido, más fuerte, más intenso hasta que estalles, hasta que no puedas más, hasta que te precipites en el abismo del placer.
Y al final te ordenaré de nuevo que te arrodilles y me la chupes, despacio al principio y luego más rápido, con voracidad, notando tu saliva cubrirme, tus labios envolviéndome y apretando firme, la lengua recorriendo mi dureza y tú notando mi sexo duro y palpitante hasta que al final no pueda más y explote.
Pero sobre todo ten en cuenta una cosa. Esto es solo el principio de lo que te pediré. No hemos hecho nada más que empezar. Ardo en mil deseos, y por tanto, tengo miles de ideas sobre la mejor forma de usarte.
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